Harold Edward, my immortal favourite.

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jueves, 16 de enero de 2014

1.- Bajada a la Tierra.





<<+Adam, estoy lista. -Perfecto querida.>>

Nadie comprendía su manera de ver las cosas, nadie entendía su continuo estado negativo, ni tampoco la razón por la que llevaba todo este tiempo cerrado a todo aquel que se dignara ha acercarse.
No hablaba con nadie a excepción de los jefes. Todos los ángeles tenían asumido que no podían hacer nada con Harry. Muchos le negaban las palabra por miedo, otros por el simple hecho de llevarse una contestación de lo menos agradable.
Siempre lograba cualquier meta que se le ocurriera a su preciada mente, nunca se le escapaba algo de las manos, era bastante inteligente.
A demás de eso, era mentiroso, astuto y de lo más bello para la vista, por lo que muchos ángeles de género femenino babeaban el suelo al verlo pasar, este no se dignaba a decir nada, ni siquiera a mirarlas, simplemente las ignoraba. 
Sufrió, sufrió mucho y la simpleza del asunto es que estaba resentido con todo aquel que se le acercara, odiaba que lo tocaran, nadie podía hacerlo, desde el regreso a entre los ángeles, no había permitido a nadie alguna clase de acercamiento. 
Sólo tenía a una persona digna de su confianza y sólo porque había estado antes en su vida de humano junto a él.
Aiden era lo contrario a Harry. Nunca se comportaba ni hablaba con despecho a nadie, amaba su vida allí arriba y no quería volver a la Tierra. También era de lo más inteligente, pero no de la misma manera que su astuto amigo.
Mientras que nuestro ángel era de cabellos rizados, desordenados y castaños, su amigo, también ángel, tenía el cabello rubio y sin ningún rizo extraño por su cabeza.
El rubio era amable, apuesto, obedecía todo aquello que los jefes le mandaban y su alegría no desaparecía de su alma, siempre a la disposición de aquel que le necesitara.


 - ¿Cuándo bajas? - Aiden preguntó con cierta tristeza en su voz a Harry al verle de aclararse la cara con agua. 


El rubio podía llevarse muy bien con todo el territorio angelical, pero con el chico de cabello rizado tenía una especie de conexión. No eran amigos, eran hermanos, sin lazos de sangre, pero asumían que si tan bien se llevaban el uno con el otro debía ser por algo, para ninguno existían las casualidades.
Todo pasaba por algo en sus existencias, el destino estaba escrito, y el de Harry cambiaría muy pronto.


 - Cuando la chica salga de su casa debería estar abajo. Calculo que sobre una hora y media.


Harry también estaba frío, y ese hecho, su amigo, lo notó con facilidad, ya eran muchos los años que llevaban conociéndose y a demás de eso, Aiden podía leer mentes con suma facilidad. Miraba a esa persona a los ojos y en cuestión de segundos el pensamiento pasaba también a su mente. Sólo necesitaba una pizca de concentración y una mirada.
El rubio sintió tristeza cuando se dio cuenta de que su amigo se marchaba rápido y que él, no podía hacer nada para evitarlo.
También se sentía mal, porque era el único inmortal que sabía sobre los oscuros pensamientos que tenía Harry, sobre las cosas que quería llevar a cabo en la Tierra.
Las ganas que Aiden tenía de contar todo a los jefes eran inmensas, pero no superaban el cariño que tenía a su amigo, él no le traicionaría. Sabía que eso sería un golpe bajo y duro, puesto que el rizado no confiaba en nadie más aparte de él.


 - No lo hagas, Harry. Sabes que esa humana se ha apañado todos estos años sin tu ayuda, no tiene porqué tenerte ahora, ella estará bien. Podríamos decirles a Adam, Thomas y Daniel que escogieran a otro candidato para ella, no se negarían. - el rubio intentó convencer al chico de pelo rizado de esa y muchas otras maneras, pero él estaba empeñado en bajar a la Tierra, allí podría tener su plan realizándose.

 - Ya sabes la respuesta, Aiden. También sabes que la humana no me importa, necesito cobrar lo que me trajo hasta aquí, seguiría con mamá y Ethan en casa si no fuera por ese maldito. - estaba de lo más convencido, no se quedaría en territorio celestial mucho tiempo más.

 - Si sabes que morirá igual. No dejes tus alas, sabes que no podremos volver a vernos si lo haces. Todo empeorará, ¿no lo sabes? Jane lo predijo. Dijo que él moriría en breve, no hagas estoy, sabes que está mal, y sé que te gustan tus alas blancas, no negras.

 - No vas a hacerme cambiar de opinión, no sé porqué sigues insistiendo. Si va a morir en breve, va a ser porque yo lo mate. A demás, me pica la curiosidad, quiero conocer a mi humana.

 - No juegues con fuego, te vas a quemar.


El rubio sabía de qué iba todo este juego, la castaña Jane se lo había contado todo. Ella ya le había comentado que Harry acabaría mal parado en este estúpido juego con la ''humana''. Pero al rizado no había manera de hacerlo entrar en razón.
Definitivamente, ese día cambiarían sus existencias por completo.
Ella no era una amenaza para él, quería ayudarlo. Y sabía que él no la reconocería, básicamente porque en su tiempo entre los ángeles él nunca había dirigido su mirada a ella, aunque tampoco es que llevara mucho tiempo allá arriba, no más de unos pocos meses, que a Charlotte le habían servido para fijarse en lo cerrado que era Harry y se atrevió a preguntar a uno de los jefes, concretamente a Thomas, el porqué de su comportamiento poco adecuado hacia todos. El dichoso ángel jefe le dijo que no era real ese estado del chico de pelo rizado, simplemente intentaba no mostrar sus sentimientos y que quisiera o no, era como otro ángel cualquiera, sólo que un poco más especial. 

Charlotte no era como las demás, ella llegó al cielo por una causa específica, no por su muerte. Había descubierto a un ángel cuidando de una chica cuyo nombre no recordaba a causa de el poder que Nathan había echo actuar sobre ella. Este jefe hacía olvidar pensamientos, imágenes o cualquier cosa que tuviera que ver con la mente. 

 - Adam, Nathan, Daniel. - ella saludó uno por uno, con suma educación, cosa que nunca faltaba en un diálogo.

A su lado, Jane. Su consejera, su amiga, todo cuanto tenía desde que había llegado aquí, era una especie de conciencia que la seguía a todas partes, le brindaba sus buenos consejos y la guiaba siempre por el buen camino, ya que todo lo veía antes de que pasara y eso era un grandioso punto a su favor. Realmente en esos meses, Jane se había ganado justamente la confianza de la castaña. 
Siempre la obedecía en todo, porque Charlotte tenía bien presente en su mente, que su amiga nunca dejaría que le ocurriera nada malo.
Jane había estado intentando decirle que no era lo mejor bajar a la Tierra para hacer lo que estaba apunto de hacer, pero en respecto a esta decisión, estaba siendo demasiado cabezota.
En su mente rondaban varias palabras, pero ninguna lograba cobrar un significado para visionarlo, 'Ethan' era una de ellas, eso podía ser malo, podría ser algún hombre que intentara hacerle algo a su amiga, pero repitiendo lo dicho, su mente no lograba visualizar nada. A lo mejor era el nombre de algún amigo, hermano o algo de Charlotte, no sabía nada, ya que esta, tampoco le había contado sobre su familia humana, por lo que no sabía si preguntar al respecto. Lo único que visualizó fue a su amiga, desquiciada, llorando, en una esquina de mugrienta habitación de paredes blancas, teñidas de suciedad acumulada por el tiempo.
Y eso mataba a Jane, le costaba mucho ver sufrir a la gente y sobretodo si esa gente era tan importante como lo era Charlotte, que por miles de veces que se lo intentó decir, ella no cedió. Estaba cerrada, quería ayudar a ese chico a entrar en razón y a ella le pareció la ocasión perfecta cuando los jefes le comunicaron su nueva misión.

 - Charlotte, Jane - ellos tres asintieron saludándolas, dándole paso a la enorme estancia donde solían encontrarse para ocasiones importantes y esta lo era.

 - Buenas. - Jane murmuró, estaba dolida con los jefes por dejar cometer semejante locura a la castaña.

 - Pueden tomar asiento. - Daniel sonó indiferente, no le agradaba demasiado que Jane estuviera intentando convencer a Charlotte para que se quedara en territorio celestial.


Ellas dos obedecieron con confianza, sabían lo que ocurriría ahora. Una corta y breve charla con ellos y en poco tiempo, la castaña comenzaría su misión. Lo sabía, lo había visto. Jane sabía que la que peor acabaría por culpa de esto sería Charlotte.

 - ¿Ya sabes tus órdenes? - preguntó Nathan integrándose a la conversación por primera vez. 

 - Sí, estoy de acuerdo con todas ellas. Algunas me parecen poco objetivas, pero quiero ayudar en todo lo que sea posible. - 

 - Gracias por hacer esto Charlotte, tienes nuestra confianza y apoyo. Sabes que cuando quieras regresar, podrás hacerlo. Nada te obliga a estar allí, claro está, mientras que cumplas todas y cada una de nuestras normas. - 

 - Ya sé. Sólo quería hacer una propuesta más. - la castaña pidió. - ¿Podría bajar Jane cuando la necesite? Es alguien que me gustaría conservar tanto aquí como abajo y es la única condición que pido por esto. - 


Jane ya sabía que ella haría eso, lo vio en una de sus visiones, por lo que esa decisión no la pilló desprevenida, también sabía la opinión y contestación de los jefes al respecto. Ayudaría en todo lo posible a la castaña, ya que se metería en mil problemas diferentes a causa del chico de pelo rizado.

 - Sin problema. - Daniel habló sin dejar de sonar indiferente, era el que menos, de los jefes, se relacionaba con ángeles.

 - Entonces... Adam, estoy lista. - ella tragó saliva, su voz denotaba algo de extrañeza.


Esa sería la primera vez que bajaría a la Tierra después de comenzar a ser inmortal. Pero asumía que Jane estaría a su lado para guiarla siempre por el camino correcto. 
No es que fuera lo adecuado bajar para cumplir esta extraña misión, pero ella deseaba ayudar al chico, desde la primera vez que se fijó en él se dio cuenta de su continuo estado de animo, de su forma de tratar a la gente, pero no se había dado cuenta de algo, de que nadie lograba tocarle, a excepción de su amigo Aiden.

 - Estamos listas. - la corrigió su amiga.

 - Perfecto querida. -


Ellos llegaron a la estancia con la tranquilidad que emanaban siempre. Harry no lo mostraba, pero se encontraba alterado. Su sangre bombeaba rápido, el corazón no le latía acompasado, estaba desbocado. Se encontraba tan nervioso y tenso por cumplir su propósito que incluso se le taponaron los oídos. Hacía demasiado tiempo que su estado era tranquilo, por lo que ahora, no sabía qué hacer al estar así.

 - Adam, bájame ya. - entró a la sala dando órdenes desde un principio, su comportamiento tenía que cambiar con urgencia cuando bajara a la Tierra, ya se encargaría de eso Charlotte.

 - ¿Impaciente? - Daniel bromeó, pero a el chico de cabello rizado no le hizo gracia alguna, detestaba las burlas y sobre todo si eran hacia su persona.

 - Siempre lo estoy. - ahora le tocaba ser indiferente a él, nadie pasaba por encima suyo, todo bajo control.


Y es que, el poder de Harry trataba sobre la apariencia. Lograba aparentar estar como su mente quería. Si quería aparentar estar nervioso cuando estaba hecho un manojo de nervios, podía conseguirlo y eso era justo lo que estaba haciendo en ese momento.

 - Despídete de Aiden, por lo que me han echo ver, posiblemente no volverás a verle nunca. - 


Harry sintió despreció, confusión y un cúmulo de barbaridades juntas al escuchar las palabras de Nathan. Que quizás llevara razón, porque el quería comenzar con la raza oscura, sus alas oscuras, esas que tanto deseaba.

Pero podría ser que, de un momento a otro, llegara una persona que hiciera que todos esos pensamientos cambiaran, una persona a la cual entregarle sus emociones, sentimientos y secretos, alguien con quien compartir millones de cosas.

2 comentarios:

  1. oh siiiiiiiii
    but no me queda claro este tema de los angeles xdxdxd
    siguiente toponsia

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  2. Me encanta puedes segirla plis???

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