Harold Edward, my immortal favourite.

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domingo, 19 de enero de 2014

2.- Ethan.

  
<< - ¿Sola a estas horas, Young? + ¿Tú?...>>


Charlotte Young se encontraba 'arreglándose' para ir al supuesto bar donde conocería al chico por primera vez para él. Su misión trataba sobre hacer recapacitar al chico, porque los jefes ya sabían del juego que este se traía entre manos, pero no por boca de Aiden, si no de Jane, ella lo había visualizado y temió que si no se lo contaba a los jefes podría acabar todo mal. Y por esa confesión en ese momento se encontraba dándole consejos a su amiga para que no la fastidiara demasiado. 


 - ¿Nerviosa? - su morena amiga la sacó de su burbuja personal en la que se encontraba rizándose las pestañas con tranquilidad debido a que aún le sobraba tiempo.

 - Un poco. - ella lo reconoció. - ¿Y si me descubre?, ¿qué hago si sabe que soy otra más, Jane? - estaba realmente preocupada por ese asunto, pero no había peligro en ese aspecto, aunque a ella le costara asimilarlo.

 - Como te llevo diciendo desde que estamos aquí, no te va a descubrir. - la morena negó seguidas veces con la cabeza ante la insistencia de Charlotte en ese tema. 

 - ¿Estás segura de eso? - preguntó con cierto temor.


Se estaba comenzando a morder las uñas con desesperación, a parte de ser muy generosa, amable y humilde con todos, era nerviosa, desconfiada y agresiva en ciertas situaciones. Claro estaba que sabía que podía confiar en Jane por encima de todo y de todos, ella no le mentiría jamás, ni aunque la verdad fuera la realidad más dura.


 - Claro que lo estoy. Mis imágenes me ayudaron mucho, al parecer serás el primer ángel que... - la morena calló, no, precisamente no debía decir eso. En parte molestaría a su amiga y a demás de eso, podía ser una confusión, nada era seguro en cuanto a las visiones, dado que el futuro podía cambiar en cuestión de segundos para cualquiera.

 - ¿El primer ángel haciendo qué cosa? - la miró con extrañeza, quería que siguiera hablando, pero no lo haría. 

 - Lo siento, cambio de planes, ya viste que nada es seguro hasta el último segundo. - intentó mentirle como si hubiera visionado algo que no estaba en lo correcto, o que había cambiado de un momento para otro, pero no. La escena se repetía desde hacía un buen rato en su mente.


Charlotte optó por la mejor opción, hizo caso y pasó de esa tema intentando concentrarse en cómo sería su comportamiento o cuáles palabras diría cuando tuviera frente a frente al chico de cabello rizado. Tenía que ganarse su confianza de alguna manera y aún no sabía cómo era que le iba a empezar a hablar. Su mente no podía tardar de ordenarse y eso la ponía de los nervios.
Este ángel castaño, contrario a las reglas establecidas, no era dueña de ningún poder. Veía como los demás ángeles podían cambiar cosas de sitio con una mirada, o quizás adivinar el futuro, como lo hacía su queridísima Jane. No le parecía justo, pero se encontraba feliz en territorio celestial.
En su periodo como humana su vida había sido un auténtico caos, su padre de dedicaba a cosas de las que su madre nunca le quiso hablar, ella se pasaba todo el día atemorizada porque el maldito volviera a casa borracho y se atreviera a ponerle una mano encima. Y todo empeoró cuando atropellaron a Cheryl, la mamá de Charlotte. Quedó inválida y no podía valerse por sí misma, entonces aquel hombre... La castaña vio como su padre disparaba en el el pecho a un niño de menos de diez años. Ese fue el último recuerdo que tuvo del que fue su padre en su vida mortal debido al poder de Nathan, él ángel jefe le había borrado el resto de memoria.

Cuando la castaña estuvo lista para lo que se le venía encima y totalmente arreglada, salió de allí a toda prisa, cogiendo un taxi hacia el local donde esta noche estaría el chico rizado.
Mientras el coche se adentraba por las, iluminadas en ese momento, calles de Brookside. Veía montones de altas farolas encendidas debido a que ya la noche había caído en la ciudad. Los establecimientos cerrados, las calles eran solitarias en ese momento, o en ese tramo. El viento no iba a despeinarla esa noche, le estaba haciendo un favor, soplaba levemente, sin fuerza alguna. 

Pagó al taxista al dejarla frente a aquel local iluminado brutamente por numerosos focos y luces de neón por todas partes. La gente se agolpaba fuera, unos gritando, otros dejando que el alcohol corriera por sus organismos, llenando sus pulmones de humo y gente ajena a la situación esperando en la cola para entrar o quizás en pleno intercambio de saliva. A la chica le atemorizó ver eso después de no haber visto situaciones así en todo el tiempo que llevaba con los ángeles... Se dio cuenta de que ella podía haber sido una de aquellas chicas haciendo cosas indebidas si no hubiera sido por el asunto de descubrir al ángel. 
Se ajustó el vestido para aparentar normalidad mientras caminaba hacia la cola, ya había empezado a arrepentirse de haber ido a aquel sitio, le esperaba un buen rato de pie para entrar a tener un primer contacto con Harry y eso la desesperaba inimaginablemente.

Un cuarto de hora después comenzó a maldecir por lo bajo, los zapatos la estaban molestando y desde que había llegado tenía a un grupo de cinco chicos detrás suya haciendo cola también, pero estos la miraban descaradamente y ya estaba cansada de sus intimidantes posiciones y de las continuas miradas poco indiscretas por parte de todos ellos.

 - ¿Tú en un lugar como este, Young? - ella se dio la vuelta para reconocer el rostro de quien le estaba hablando. No reconocía su voz, pero se le hacía un tanto familiar.

 - ¿Tú...? - ella intentó saber quién era aquel chico de ojos verdes que le parecía tan raramente cercano.

 - Vaya, ¿ya no me recuerdas? - se abrió paso entre toda la fila para llegar hasta ella. - Ethan, fui tu compañero de clase antes de que te fueras de Brookside, ¿realmente no te acuerdas de mi? - preguntó él con familiaridad revolviéndose hacia un lado el cabello,  que le aparentaba dar un aspecto desenfadado.



Aquello la sacó de su burbuja, si no fuera por Nathan ahora recordaría al que decía ser su compañero, aunque también pensó que si sabía su apellido era por algo. Y su rostro le recordaba a alguien pero su mente no lograba descifrar de quién se trataba el parecido. El pelo del tal Ethan era revuelto, despeinado, casual. Sus facciones estaban bien colocadas, en perfecta simetría unas con otras. Le mostró sus dientes, su cuidada dentadura, realmente parecía que le brillaran. Actuó conscientemente mirando a su compañero de cola a los ojos, verdes, grandes y con unas pestañas largas y rizadas que cubrían sus ojos, su nariz en proporción adecuada con su rostro y unos labios finos y rosados. Llevaba una camiseta blanca de pico que mostraba la parte de arriba de su torso bien cuidado, un tatuaje adornaba justo la parte derecha casi tapada por la camiseta. Estuvieron charlando un rato más sobre tonterías que quizás a ella le vendrían bien saber para intentar aparentar ser la humana de antes.
La distrajo cuando tiró de su brazo para avanzar un poco más en la larga cola.


 - Esto me cansa, creo que me voy a acabar yendo a casa. - ella advirtió al chico que le había acompañado, al chico que se había plantado frente a ella sin invitación previa.

 - Espera. ¿Me das un momento? - él preguntó antes de mirar hacia la puerta del local colapsada de gente. - ¡Logan! - Ethan gritó el nombre de un chico a lo lejos, para hacerle llamar.


Segundos después un mastodonte de dos metros estaba con ellos dos, miraba descaradamente a la chica, quien se sentia demasiado cohibida como para articular palabra en ese momento. Al parecer el tal Logan era uno de los vigilantes de seguridad del local y se llevaba bastante bien con Ethan. A ella le resultaba tan extraña la sensación de tener a un tipo mirándole el pecho continuamente que incluso llegó un momento en el cual se agarró al brazo del que iba a ser su acompañante, para intentar aparentar algo que no era ante él.
El mastodonte hablaba alto, pero ella no prestaba la más mínima atención a ninguna de sus palabras, aún la idea de que Harry la reconociera le daba pánico.


La castaña y Ethan consiguieron entrar al local en cuestión de minutos, al parecer su acompañante tenía contactos y los usaba cuando le placía. 
Ella se fijó en la inmensidad de aquel oscuro sitio, el cual solo estaba alumbrado por unas pocas luces débiles. La gente se amontonaba en la barra por más bebida y eso le producía repugnancia, debido a que recordaba a su padre siendo presa del alcohol. Miró hacia todos lados, la gente bailaba aturdida, otros gritaban, saltaban... Y allí lo vio, mirándole de arriba a abajo, con sus penetrantes ojos verdes. Harry Styles se había dado cuenta de que ella existía.

Ahora Charlotte lo tenía claro, iba a poder con eso, ella iba a conseguir la confianza de Harry como fuera.
Los ojos penetrantes de él no se apartaron de ella, así que decidió acercarse a hablarle, su plan comenzaba ahora.


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